Hasta la intelligentzia más pedante y tilinga es capaz de reconocer que Radiohead ha llegado a un nivel que trasciende los gustos y las calificaciones, pero no sobre la base de datos cuantitativos (puntajes, ventas, tickets, ganancias) sino mediante una política de laburo que consiste en jamás dejar de desafiar la capacidad de asombro del espectador, acción acompañada por el descarte casi total de cualquier gesto de revisionismo. A lo que se suma el afán del quinteto de Oxford por entramar una experiencia única e irrepetible en cada parada de la gira antes que el mero cumplimiento de un compromiso.
Y sin duda que lo del sábado 14 fue único e irrepetible para buena parte de las cuarenta mil personas que colmaron el reducido y deficiente espacio destinado al festival Soundhearts, que en la previa había arrojado actuaciones destacadas del colectivo oriental Junun y, más aún, de Flying Lotus, músico y DJ de Los Angeles abocado a una retorcida electrónica ambient. Estos buenos números de apertura, junto con el fresco otoñal, habían dejado el terreno bien allanado para la aparición estelar de los maestros de ceremonia –la segunda en estas tierras–, quienes dispusieron sus figuras bajo una gran pantalla ovalada y acunaron a los presentes con la suavidad de la reciente “Daydreaming”, cuyo climax convirtió al predio en una versión 3D del cielo estrellado del Planetario y desató la primera ovación.
Tras ello, el motorik de “Ful Stop” y los ritmos irregulares de “15 Steps” y “Myxomatosis” habilitaron los primeros movimientos frenéticos de un sonriente Thom Yorke que exhibirá, durante el resto de la noche, una actuación vocal notablemente superior a la del Club Ciudad de nueve años atrás. Asimismo, sus estoicos compañeros de siempre (más el percusionista Clive Deamer) ocuparon sus espacios a la manera de pequeños laboratorios al aire libre, en especial los guitarristas Ed O’Brien y Jonny Greenwood, quienes manejan unos amplios márgenes de improvisación mientras bucean en efectos, teclados y hasta sampleos en tiempo real de emisiones radiales, como pudo verificarse en los asfixiantes trances eléctricos de “Climbing Up The Walls” y “The National Anthem”.
Amparado por un sonido muy nítido al que sin embargo le hubiesen venido bien unos decibeles de más, el primer “hit” que se hizo presente fue “Lucky”, aquella gema floydiana que anticipaba el cierre de Ok Computer (1997), y más tarde también serán de la partida oldie unas fieles versiones de “Let Down”, “My Iron Lung” y “I Might Be Wrong”. Por su parte, “Nude” y “Pyramid Song” concedieron respectivos espacios de lucimiento tanto a Yorke en su uso del falsetto como a Greenwood en el roce de su guitarra con un arco de violín, matizando las oscuras notas de piano de aquel gran segundo track de Amnesiac (2001).
Tampoco faltó la electrónica digna del sello Warp que la banda cooptara en la etapa posterior a su mayor exposición, y tanto la frenética “Idiotheque” como “Feral” y “The Gloaming” (interrumpida por la caída de una valla de seguridad y retomada quince minutos después) bombardearon de bits y flashes de luz enceguecedora a un público emocionado que, hacia el final de la primera tanda de bises, ya había tenido suficiente como para irse a casa flotando a veinte centímetros del suelo. Sobre todo luego de la imponente versión de “Exit Music (For a Film)”, interpretada en medio de un silencio de ópera en el que tranquilamente podría haberse oído caer un alfiler.
Siempre fiel a sus términos, y pese a haber hecho escala en absolutamente toda su discografía, el grupo se reservaría recién para el final la única concesión de “éxitos”, de forma que “Paranoid Android” (aquel magistral resumen de los efectos colaterales de la hipercomunicación) y “Creep” (el tempranero single que podría haberlos dejado en terrenos del one hit wonder) abrieron el karaoke de las líneas más crudas con que Radiohead plantara su cosmovisión allá en la década de los noventa. Una forma de ver las cosas que ha sido acusada de pesimista, depresiva, forzada, autoindulgente, pero que encontró eco en muchas personas que hoy siguen celebrando la permanente inquietud e inconformismo de una banda que, a treinta años de su formación, continúa arreglándoselas para ofrecer shows sencillamente impresionantes.
Setlist: Daydreaming / Ful Stop / 15 Step / Myxomatosis / Lucky / Nude / Pyramid Song / Everything in Its Right Place / Let Down / Bloom / The Numbers / My Iron Lung / The Gloaming / I Might Be Wrong / Weird Fishes/Arpeggi / Feral / Bodysnatchers. Encore: Desert Island Disk / Climbing Up the Walls / There There / Exit Music (for a Film) / The National Anthem / Idioteque. Encore 2: Present Tense / 2 + 2 = 5 / Paranoid Android / Encore 3: Creep.
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