jueves, 29 de mayo de 2014

Flema - Nunca nos fuimos (1996)



El día menos pensado me tiro por un balcón”. Curiosamente, el que cantaba esta frase era el inocuo Emanuel Ortega y no Ricky Espinosa, quien en 2002, en medio de un partido de Play Station con sus compañeros, materializó la sentencia border de su edulcorado colega al arrojarse inesperadamente de un quinto piso. 

Ya es conocido el estatus antiheroico de Flema, banda punk de zona sur formada en 1987, así como el carácter irreverente y cínico de su líder, cuyo vasto anecdotario es tema de libros enteros. Pero si tuviera que graficarlos rápidamente, diría por ejemplo que si 2 Minutos representaba el choque con la yuta y la borrachera en la esquina, Flema era el quiebre, la fisura, el vómito ácido ya no de la madrugada, sino de la mañana siguiente, cuando el sol hace daño y el lanzador se siente una basura humana comparable a un trapo de piso agujereado, pero con la suficiente dignidad como para saludar a la vieja que pasa con su bolsa de compras por una vereda toda meada. 

Con todo, Flema parecía hablarle al perdedor, pero no al perdedor “de sillón”, ese que “se hace”, sino al infeliz crónico que evita disfrazar su desgracia con buenas pilchas, consumos holgados y grandes sonrisas de reunión de mierda en departamento bien aseado. Asimismo, en lo musical, la banda no parecía dispuesta a complacer o a ganarse amigos, en virtud de su desprolijidad deliberadamente consciente y del mal sonido aplicado a las pistas.

En Nunca Nos Fuimos, su tercer esfuerzo, Espinosa se ubica bien lejos de las utopías bienintencionadas y dibuja un tambaleo de quilombo, bronca, merca, fantasías sexuales, skate y vino barato. En su vertiginoso desarrollo, el cantante reserva un lugar al orden de cosas para sacar provecho de sus resquicios ("No cagué al sistema / pero al menos lo intenté"), e incurre en descaradas apologías del delito como las de "Grande Angie!" o "Maten a su suegra"; esta última, de manera graciosa, se contradice con lo que describe en "Qué linda nena es tu mamá", donde confiesa la atracción que ejerce sobre él la progenitora de su chica.

Empero, entre tanto nihilismo post-industrial, este álbum lanzado en 1996 de forma independiente se permite un cierre “esperanzador” inscripto en “Más feliz que la mierda”, donde Espinosa asegura que la felicidad se puede alcanzar mirando el techo con la compañía de una bolsita de pegamento, un manojo de tabaco y un Resero sanjuanino. Quién sabe, tal vez hasta puede llegar a ser cierto.


Links:
Flema - Cinco de Copas (2002)
Varios Artistas - Invasión 88 (1988)
Sin Ley - Un kilme resucitado (1996)

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